Evaluación de necesidades en Desaguadero

Entre el 21 y el 25 de junio de 2022, DRC en colaboración con Encuentros Servicio Jesuita Migrantes Perú, realizó una evaluación de necesidades y protección en el marco de la preparación de reducción del riesgo de desastre con migrantes y refugiados venezolanos que se encuentran en tránsito en Desaguadero, que se sitúa en las fronteras entre Bolivia y Perú. Durante la visita de campo en Desaguadero, la pequeña ciudad que comparten Bolivia y Perú, se observó la gran falta de control físico en los pasos fronterizos por parte de las fuerzas del orden. Los dos países también comparten una frontera natural que son las brechas del gran lago Titicaca, también usado para cruzar entre Perú y Bolivia de manera informal. Desaguadero y Puno–la capital del departamento-son consideradas ciudades de tránsito donde las personas migrantes y refugiadas pasan en promedio 48 horas, antes de continuar su viaje hacia otras ciudades peruanas como Tacna, Lima o Tumbes, ciudad fronteriza entre Perú y Ecuador.

En su mayoría, las personas migrantes y refugiadas viajan sin ningún tipo de documentación, lo que supone un gran riesgo de detención temporal por las autoridades fronterizas y custodia temporal sin acceso a los servicios de asistencia jurídica. Conscientes de la naturaleza del lugar aunado a la falta de control, se reportó ampliamente el riesgo de trata de personas que afecta principalmente a las mujeres migrantes y refugiadas que cruzan las fronteras. Otros riesgos de protección relatados fueron la discriminación y exclusión por parte de las comunidades locales particularmente en Desaguadero, la violencia intrafamiliar que se desencadena por la extrema precariedad económica, la inclusión de niños en prácticas de mendicidad, explotación laboral y desnutrición.

La ausencia de actores y servicios esenciales también se observó en la ciudad de Desaguadero. Un puñado de actores realiza visitas en esta zona mensualmente, principalmente con el propósito de identificar a las personas en tránsito y distribuir ropa y materiales de invierno que se necesitan para el resto de su viaje. Las principales intervenciones están organizadas por asociaciones religiosas ubicadas en el área y se refieren a la distribución de alimentos y kits de hibernación y la cobertura financiera del transporte.