Adultas mayores provenientes desde Venezuela reconstruyen sus vidas en Chile

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Artículo Plataforma Chile
23 July 2021

Empezar desde cero a los setenta años. Comprar un boleto de avión y, de un día para otro, reiniciar la vida en un nuevo país. Dejar en Venezuela siete décadas de amistades, recuerdos, alegrías y tristezas. Y es que tantos años, no se pueden meter en una sola maleta.

Iraiz (74) y Zoraida (71) Vásquez son dos hermanas venezolanas provenientes de la afamada Isla Margarita. En 2018, a raíz de la compleja situación en su país, decidieron dejar su tierra natal -en la que habían pasado setenta años de sus vidas- para trasladarse hasta la frenética ciudad de Santiago de Chile: “Solíamos tener una buena situación económica, y de pronto, todo lo económico paso a segundo plano, lo perdimos todo…”, cuenta Zoraida. “Mi carro lo tuve que vender y el acceso a la salud comenzó a ser muy problemático”, agrega. Su hermana, Iraiz, recuerda que el día en que se marcharon para Chile, todos sus vecinos las estaban esperando en la puerta para despedirse: “Me dio mucha tristeza, a pesar de que salimos de mi casa a las 4 de la mañana, mis vecinos estaban ahí para vernos antes de que nos fuéramos al aeropuerto. Estuve a punto de quedarme”, recuerda.

En Chile, ambas hermanas se han rebuscado la vida para salir adelante y lograr sustentarse. Zoraida —que en su país se desempeñaba como educadora escolar con especialidad en orientación —ha realizado algunos trabajos esporádicos cuidando a niños y niñas. “Yo nunca pensé que aquí en Chile iba a tener la dicha de cuidar a una niña de una familia muy hermosa. La niña tenía un año y medio. Yo le agradecí a Dios por haberme regalado este trabajo tan lindo de cuidar a esta niña. Ella es un ángel”, recuerda con emoción. Desafortunadamente, a raíz del Covid-19, la madre de la niña quedó desempleada y no pudo seguir pagando a Zoraida por los cuidados de su bebé, lo cual trajo un duro revés para las hermanas Vázquez, especialmente debido a que la pandemia redujo casi al máximo las posibilidades de volver a conseguir un nuevo empleo.

Zoraida e Iraiz fueron acogidas en la casa “Santa Mónica” para mujeres refugiadas y migrantes, un proyecto implementado por la Vicaría Pastoral Social-Caritas y financiado por ACNUR, en el marco de la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela,para asegurar la protección de decenas de familias venezolanas vulnerables sin un techo seguro en donde vivir. Allí fueron recibidas con los brazos abiertos y encontraron un lugar que no solo les brindó alojamiento, sino que también alimentación adecuada, orientación y actividades recreativas para fortalecer su proceso de integración al país. Pero más allá de todo, la casa les entregó calor de hogar: “Me parecía un sueño que estábamos viviendo acá, con tanto cariño, con tanta atención. Además, éramos muy pocas y nos llevábamos muy bien. Recibimos en un 100% muy buena atención acá”, dice Zoraida. “Desde que llegamos a Santiago, los ratos más maravillosos que pasamos fueron aquí en esta casa”, agrega Iraiz.

En la actualidad, ambas mujeres viven en una casa implementada por un movimiento cristiano, en donde tienen una habitación para ellas y una cocina compartida. La Vicaría, por su parte, continúa entregándoles apoyo y orientación, acompañándolas en el camino de la integración que aún les depara bastantes desafíos, entre ellos, conseguir un empleo para poder mantenerse en Chile y, asimismo, lograr reunir algunos elementos de calefacción y ropa abrigada para superar el frío del invierno santiaguino, que muchas veces atraviesa los huesos.

“Por ahora estamos muy felices. Nos han tratado muy bien. En la casa en donde estamos somos las mayores, todos nos tratan con mucho respeto. A veces nos juntamos a conversar y a hacer horas de oración”. “Aquí en Chile nos han tratado muy bien, la gente muy amable en general y nos han hecho sentir como en casa”.

Parte de las 460,000 personas venezolanas que viven en Chile, son adultas mayores. Todas ellas han visto mermados sus procesos de integración a causa de la pandemia por Covid-19, que ha reducido considerablemente sus oportunidades de empleo presenciales y ha aumentado también los riesgos hacia su  salud. La ONU ha instado a los gobiernos a enfocarse en políticas públicas y otras medidas sociales, culturales y de sensibilización  para crear conciencia sobre las necesidades de las personas mayores, así como también de los grandes aportes que realizan a las sociedades en las que viven.